Expirado

La experiencia argentina en las crisis financieras

Miguel Angel Pesce, vicepresidente del Banco Central de la República Argentina señaló que vale la pena repasar las circunstancias de la crisis del año 2001, para no repetir errores.

Cuando me propusieron la charla estaba relacionada con la confianza en el sistema financiero. A mí me pareció más interesante centrar las ideas que voy a conversar con ustedes en la confianza y la moneda, porque la Argentina ha tenido en este aspecto avatares muy importantes.

Para introducir el tema, voy a utilizar unas palabras que pronunció Martin Wolf, periodista del Financial Times, en un homenaje que se hizo a Otmar Issing, uno de los pilares del Banco Central Europeo y, anteriormente, uno de los pilares del Banco Central Alemán. En esa reunión, donde se estaba retirando Ottmar Issing, le pidieron a Martin Wolf que hablara sobre cómo veía a los bancos centrales. Y el dijo que iba a hacer cinco citas, y las adjetivó. Yo voy a usar sólo dos de ellas, a la que adjetivó como “profunda” y a la que adjetivó como “humorística”. En la que adjetivó como “profunda”, él decía que la moneda es un instrumento para la protección de la libertad, pertenece a la misma clase que las constituciones y las cartas de derecho. Y en la “humorística”, él utilizó una cita de Samuelson, que citaba a su vez a un cómico americano que se llama Will Rogers, él decía que había tres grandes inventos desde el origen de los tiempos: el fuego, la rueda, y el banco central.

Yo no creo que los bancos centrales puedan ponerse a la par de esos descubrimientos, pero sí creo que la moneda es un gran invento. La moneda ha cumplido un rol fundamental en la superación de limitaciones al desarrollo que se le han presentado a la humanidad en distintas etapas históricas contribuyendo a la libertad y el progreso. El desarrollo económico ha encontrado distintos límites: límites estructurales, límites en las estructuras económicas, en la disponibilidad de recursos, y también límites institucionales. La gran capacidad que ha tenido la humanidad, y recientemente el capitalismo, es la de poder superar sucesivamente esos escollos.

Desde que los seres humanos descubrimos que la especialización nos permitía aumentar la productividad, que el control de la naturaleza nos permitía producir más bienes de los que necesitábamos para nuestra propia subsistencia, se nos presentó el desafío del intercambio. Si nos especializábamos para producir mejor, necesitábamos algún mecanismo para intercambiar los bienes. Si uno iba a producir zapatos y otro iba a producir pan había que encontrar el mecanismo para que ambos se intercambiaran. Ahí apareció el mercado, y cuando la producción se diversifica mucho, no sólo es necesario el mercado, sino que es necesaria la moneda; un instrumento que permita realizar estos intercambios, más allá del valor de uso que tenga cada uno de los bienes.

El primer modo que encontramos de solucionar este problema que planteaba la economía de mercado fue utilizar alguna mercancía que tuviera valor en sí misma, y el característico en esto fueron los metales, en especial el oro y la plata. Anteriormente, en América latina se habían utilizado el cacao y otro tipo de productos para permitir el intercambio.

¿Qué era lo que se le exigía a esa mercancía que servía para producir el intercambio? Se le exigía que fuera manuable, de fácil transporte, de fácil conteo, y que también tuviera un valor que fuera estable. Y este valor estable se lo daba su condición de escasez. Era difícil que el oro produjera grandes variaciones en su valor, por la propia escasez del metal.

Y así funcionó la economía, se atravesaron numerosas crisis y el oro siguió siendo el gran instrumento de transacción monetaria, se lo ayudó con el papel moneda, para facilitar las transacciones. Sin embargo, empezó a aparecer una limitación muy importante, que era la propia escasez del oro para poder efectuar todas las transacciones que debían ser realizadas. Luego de la segunda pos guerra, se dio la circunstancia de que la economía mundial crecía aceleradamente, y que cada vez había menos metal para poder responder a las transacciones que se necesitaban. Allí, en medio de una fuerte crisis que se dio en el paradigma de crecimiento de la economía mundial de los años '70, se pone en evidencia que los elementos básicos del crecimiento, como era el petróleo, o la abundancia de mano de obra eran limitados y que el oro no podía ya servir más como el respaldo monetario básico. Es allí donde al General De Gaulle se le ocurre intentar cambiar las reservas en dólares que tenía el Banco de Francia. Los Estados Unidos responden a la demanda de Francia e inmediatamente termina la convertibilidad del oro por el dólar.

A su vez empieza a ponerse en evidencia un fenómeno muy interesante: ya el valor de las cosas, o la relación del valor de las cosas con la moneda, no tiene que ver con su reflejo contra el valor de otra mercancía, sino que aparece un nuevo elemento que tenemos que tener en cuenta. Como siempre, los economistas encontramos un recurso para salvar el problema. Si uno revisa la ecuación clásica, la ecuación de Cambridge sobre oferta monetaria, en realidad, en ningún lado de esa ecuación figuraba el valor del oro. De un lado de la ecuación tenemos los precios y las transacciones, y del otro lado de la ecuación tenemos la velocidad de circulación de la moneda, y el stock de moneda. No existía esta mercancía que media el valor de las cosas.

Ahora, a la vez que la ecuación clásica tornaba a tener un mayor sentido es cuando nosotros la estamos abandonando. La mayoría de los bancos centrales hoy han abandonado el seguimiento de su política monetaria a través del seguimiento de los agregados monetarios, y utilizan otros parámetros, fundamentalmente, la inflación. Y utilizan otros instrumentos para accionar sobre ellos, como es la tasa de interés.

Lo que esto ha puesto en evidencia es que, en realidad, la moneda es un gran acuerdo social. Detrás de la moneda hay un acuerdo social. Y ese acuerdo social tiene, por un lado, un elemento básico, que es una relación de precios relativos, y por otro lado, tiene una relación básica de distribución del ingreso, entre sectores y entre factores. Si una sociedad alcanza un acuerdo básico de precios relativos, un acuerdo básico de distribución del ingreso, tiene confianza en su moneda y no se presentan en ella procesos inflacionarios.

¿Ahora, qué requiere este acuerdo de precios relativos y este acuerdo de ingresos? Requiere que sea sustentable ante la economía real y aceptable socialmente. El cuadro de precios relativos es una decisión, o de mercado (que se toma a través del tanteo), o del Estado (a través de una decisión política). Ahora ese acuerdo debe ser convalidado productivamente. Puede ser que el set de precios relativos resultante involucre niveles salariales bajos, niveles de pobreza altos, niveles de inversión que sean insuficientes para sostener el nivel de ingresos.

Tiene que ser sustentable y también tiene que ser aceptable. Hay sociedades, en las cuales los trabajadores están dispuestos a aceptar niveles de salarios más bajos que en otras, hay empresarios dispuestos a recibir en distintas economías niveles de ganancias distintos. Así que ahí hay un juego de estabilidad y de niveles de sustentabilidad del acuerdo que se refleja a través de la moneda y de la inflación.

¿Cómo podemos verificar que este acuerdo esta funcionando? Lo podemos verificar a través de la inflación y lo podemos verificar, a través de una segunda prueba, que es cuando las personas están dispuestas a atesorar en la moneda nacional. Si la gente esta dispuesta a atesorar en la moneda nacional, eso quiere decir que hay confianza en el acuerdo de precios relativos y en la distribución del ingreso, y que nadie espera que la moneda tenga grandes variaciones, entonces puede servir como reserva de valor. El otro elemento que también sirve para medir la confianza, una prueba “ácida” con respecto a ella o el acuerdo de precios, es que la demanda especulativa de dinero se haga en la propia moneda nacional. Cuando la gente desconfía de las inversiones financieras, no recurre a activos externos, sino que recurre a la propia moneda como reserva de valor.

En este acuerdo que significa la moneda, el Estado tiene un rol central aún en una economía estrictamente de mercado. Ahora ha pasado un poco de moda, pero en los años ‘90 estaba en boga hablar de la economía de mercado y la libertad de mercado, que había que dejar que funcionaran los mercados. Sin embargo, todos estábamos muy pendientes de la reunión del Comité de Política Monetaria de la Reserva Federal para ver si el señor Greenspan, y los demás miembros del Comité de Política Monetaria de la Reserva Federal, decidían o no cambiar la tasa de interés. Entonces en esa economía tan liberal, tan globalizada, tan dependiente de los mercados, tan confiada en los mercados, todos estábamos pendientes de una decisión política de un buró en los Estados Unidos.

Esto no es malo, creo que esto es positivo, el Estado tiene algo que decir en este acuerdo que es la moneda. Tiene que haber instrumentos con los cuales el Estado pueda actuar, para que cuando la aceptabilidad de este acuerdo que es la moneda, o la sustentabilidad de la moneda se pone en riesgo. En este punto hay un elemento básico que hace a la confianza. En términos económicos la confianza tiene diversos aspectos pero el fundamental es capacidad de crecimiento de la producción. La profundidad de la crisis argentina del año 2001 tuvo que ver con que la gente, los agentes económicos, las familias, habían perdido la confianza en que la economía podía crecer.

En Estados Unidos, que tiene una larga experiencia en regulación monetaria, la carta orgánica la Reserva Federal no sólo tienen como objetivo la estabilidad de precios, sino que tiene también como objetivo el nivel de empleo. Entonces tenemos que contar con una institución que, como un regulador público, actúe en la economía para garantizar el acuerdo que subyace a la moneda. Y garantizarlo en dos momentos: en el momento en que empieza a resquebrajarse porque la inflación se dispara, y en el momento en que la recesión puede poner en cuestionamiento el acuerdo monetario. Y allí la vemos a la Reserva Federal con el doble objetivo y actuando en ambos sentidos. Ellos han tomado como instrumento fundamental el control de las tasas de corto plazo. Así vemos a la Reserva, por un lado, bajando las tasas, no fuertemente porque este es un elemento importante que hace a la confianza, que es la previsibilidad de los organismos monetarios. Pero la Reserva Federal cuando detecta que la economía americana corre el riesgo de caer en un proceso recesivo, reduce la tasa de interés. Cuando registran el proceso inverso, y que puede darse un proceso inflacionario, la tasa de interés es subida paulatinamente.

El otro gran actor monetario en la escena mundial, que es el Banco Central Europeo (BCE), está siguiendo el mismo criterio. Tiene la misma lógica básica que la Reserva Federal. Como Europa confía que el crecimiento se da por el propio impulso de la economía, ponen más la vista en la inflación y no en el crecimiento económico. Es cierto también que Estados Unidos es una economía más cerrada, y el propio impulso de su mercado es el que permite el crecimiento. En el caso de Europa, descansa también en sus exportaciones como un aliciente al crecimiento económico.

En nuestro país, el Banco Central no esta utilizando exclusivamente la tasa de interés como instrumento de política monetaria. El plan monetario del Banco Central está definido por una trayectoria de expansión de los agregados monetarios, hasta el año pasado era la base monetaria y ahora es el M2. El Banco Central de la Republica Argentina tampoco ha adoptado un criterio general, que se da en Europa y en otras economías incluso de Latinoamérica, de tener un objetivo de inflación en su política monetaria. Esto tiene que ver con la crisis del año 2001. La crisis del año 2001 ha sido tan profunda, el ajuste de precios relativos ha sido tan grande que la economía argentina no puede en el largo plazo sostenerse con esta distribución del ingreso y con este nivel de precios relativos.

El otro punto es que, en el caso de la Argentina, por la profundidad de la crisis del año 2001, hay que tener en vista cuál podría ser la perspectiva de largo plazo de los precios relativos básicos de nuestra economía, y no la de corto plazo. El mercado tiende a generar grandes fluctuaciones antes de alcanzar un set de precios de equilibrio de largo plazo. En estas fluctuaciones se darían señales equivocas a quienes tienen que tomar decisiones de inversión y de consumo.

Vale la pena repasar las circunstancias de la crisis del ano 2001, para no volver a repetir errores. Una de las causales de la crisis del ano 2001 es que la argentina creyó (o los argentinos creímos) que no era necesario contar con una institución pública que actuara en el mercado monetario ni que existiera mercado cambiario. Lo que ocurrió es que en los 90 los precios relativos y la correspondiente distribución del ingreso no eran sustentable. Pero tampoco teníamos ningún instrumento para poder contrarrestarla. La recesión empieza en el segundo semestre del ‘98 y termina en el segundo semestre del año 2002. No podía ser que el Estado no reaccionara ante una economía que tenía desempleo creciente, y que había alcanzado niveles absolutamente desconocidos. Tuvimos 18 puntos de desocupación a mediados del año ‘94 y, luego de una pequeña recuperación, llegamos a alcanzar niveles del 15%, en una economía que estaba en recesión y que no tenía ninguna señal de recuperación. Esto provoca frustración en quienes tienen que tomar decisiones de inversión, esto provoca caída de los recursos tributarios, incobrabilidad de los préstamos que tienen otorgados los bancos, etc. Este camino sólo puede conducir a un proceso de crisis. Si no se tienen los instrumentos necesarios para contrarrestarlo, se termina como se terminó en el año 2001.

Para finalizar quiero decir que la Argentina siempre ha sido una de las plataformas productivas con mayor potencial, nuestra disposición de recursos naturales y de recursos humanos es extraordinaria. La performance de la Argentina en cualquier circunstancia adversa de la economía mundial tendría que haber sido mejor que cualquier otra, y en los procesos de crecimiento también debería haber sido mejor que en cualquier otra. Con lo que nos encontramos es que la Argentina siempre ha tenido rendimientos peores que los demás países en la etapa de crecimiento, y siempre ha sido más aguda en las caídas, en los momentos recesivos. Podemos dar algunas excepciones por ejemplo en la pos guerra, pero esta ha sido la regla general.

Si tenemos una plataforma productiva con el potencial como la que tenemos, y si tenemos recursos humanos como los que tenemos, nuestros problemas son nuestras conductas e instituciones. El gran debate que se tiene que dar en nuestro país es para corregir las conductas y las instituciones y evitar una nueva frustración y que la esperanza de crecimiento que hemos tenido en los últimos tres años pueda ser sustentable en el tiempo.

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Fomentar la confianza entre los empresarios y los académicos

Jorge Ader, presidente del Consejo Asesor del Centro de RSE y Capital Social (Facultad de Ciencias Económicas - UBA) y titular de TASA Logística, dijo que durante muchos años hubo prejuicios encontrados. Esta fue su ponencia.

He trabajado toda mi vida como empresario y como profesor universitario. Por eso me parece fundamental rescatar el llamamiento del padre Jean-Yves Calvez de fomentar la confianza entre estos dos sectores.

Cuando hablo de mi tarea empresaria hablo de la enorme responsabilidad, satisfacción y el enorme compromiso de ser miembro de una empresa familiar, que tiene 70 años de vida y ya va por la tercera generación y a la que le adjudico mucha importancia. Y la misma importancia le adjudico a la familia contemporánea. 

Creo que en esta sociedad uno de los elementos que nos permiten generar expectativas serias de paz es precisamente la familia y que hay una suerte de acuerdo ecuménico en que la familia es la alternativa para que los seres humanos podamos respetarnos más, es un punto de partida insoslayable para que podamos convivir mejor.

He tenido la oportunidad de vivir intensamente la realidad de una empresa familiar. Como ustedes saben cerca del 70 % de las empresas familiares desaparecen cuando hay un reemplazo generacional. Que las empresas familiares sobrevivan por períodos largos es un compromiso grande y exige un gran esfuerzo. Fundamentalmente requiere confianza y que se mantengan sus componentes éticos, vinculados con la profesionalización permanente a la que el mundo de los negocios contemporáneos nos lleva.

Estoy hablando de un tipo de empresas que requiere un modelo de familia en la que los valores son importantes y donde la confianza es resultado de la cotidianeidad en la que se ejerce, con la humildad de los seres humanos, una suerte de justicia que se genera no sólo en los ámbitos familiares sino también en los empresarios. 

La empresa familiar es un ámbito muy interesante que no solamente pone a prueba el desafío permanente de ejercer la confianza, sino que seduce a que uno lleve este tipo de vínculo. Pero ¿qué es la confianza? Es el respeto por el otro. Si uno no asume la presencia del otro, uno no existe. 

Y la confianza es precisamente jerarquizar la presencia del otro, que, por supuesto, se vuelve particularmente relevante en el mundo de los negocios. Porque la empresa es un lugar muy importante para portarse bien. Es un ámbito de un enorme desafío y de un enorme compromiso. Desde un punto de vista profesional, la empresa familiar debe ser un ámbito de enorme exigencia, pero con un componente de confianza fundamentada, que no surge solamente de las relaciones sanguíneas, sino del compromiso de formar parte de esta institución contemporánea, que sirve como trinchera, que es la familia.

No es fácil generar confianza. Son muchos años de prejuicios encontrados, muchas veces desde el ámbito educativo, donde genéricamente se critica al empresariado e injustificadamente se critica el afán de renta que tiene el empresario. El empresario tiene un afán de renta razonable. El error es considerar que es su único objetivo y que esa renta le pertenece en su totalidad. Es su responsabilidad también ser artífice de la distribución de esa renta. Si nosotros lográsemos fomentar la confianza entre los sectores empresarios y los académicos, en el mundo de los negocios estaríamos generando un efecto multiplicador en la generación de riquezas, en ámbitos tan necesitados en la Argentina de hoy.

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La confianza en el proceso de enseñanza-aprendizaje

Gonzalo Verdomar Weiss (BBVA Banco Francés) presentó una investigación que parte de la premisa que la confianza es fundante en la construcción del pacto social que permite desarrollar una sociedad.

Se buscó detectar las funciones y disfunciones que genera la presencia o ausencia de confianza dentro del proceso de enseñanza - aprendizaje. Para eso la Fundación Banco Francés le encomendó a la Fundación Grupo Sophia un relevamiento que describe las relaciones de confianza que se construyen dentro del ámbito escolar, entre los alumnos, los padres y los docentes. 

Principales resultados

Los principales resultados que alumnos, docentes y padres señalaron sobre los vínculos de confianza fueron:

Opinión de los alumnos

- Lazo de confianza: confían en una persona si es honesta y respetuosa (38%)

- Influencia: si la persona es conocida y te cae bien los alumnos confían mucho (66%)

- Relación más próxima: confían mucho en sus padres (84%)

- Representaciones sociales: confían principalmente en los Derechos Humanos (41%) y en los representantes eclesiásticos más que lo que confían los docentes y los padres (23%, 20% y 18% respectivamente)

- Presupuestos de confianza (padres): creen que sus padres confían en ellos si como hijos son honestos y respetuosos (46%)

- Presupuestos de confianza (docentes): creen que sus docentes confían en ellos si como alumnos se comprometen con el estudio (35%). 

- Relación con los docentes: confían en sus docentes si éstos tienen predisposición y dedicación (39%)

- Alteración de la confianza: el compromiso social, la participación política y la actuación sindical no modifican la confianza de los alumnos en los docentes (62%)

- Pérdida de la confianza: se daña el vínculo de confianza si los docentes enseñan con malos modos (91%) y si mienten o agraden (97.5%) - Efectos negativos: si no confían en los docentes los alumnos no tienen ganas de asistir y participar en clases (29%)

- Efectos positivos: si confían en sus docentes los alumnos tienen ganas de participar en las actividades de la escuela y ganas de estudiar (40%)

- Trascendencia de confiar: el vínculo de confianza con el docente repercute en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en el clima dentro del aula (75%)

Opinión de los padres

- Lazo de confianza: confían en una persona si es honesta y respetuosa (60%), al igual que la opinión de los alumnos

- Influencia: si la persona es respetuosa los padres confían mucho (87%)

- Relación más próxima: confían mucho en sus hijos (93%), en correlación a la opinión de los alumnos

- Representaciones sociales: confían principalmente en los Derechos Humanos (42%), al igual que la opinión de los alumnos 

- Presupuestos de confianza (hijos): consideran que sus hijos confían en ellos si como padres son honestos y respetuosos (31%), atributo también destacado por los alumnos hacia sus padres - Presupuestos de confianza (docentes): consideran que los docentes confían en ellos si como padres se preocupan por la educación de sus hijos (32%). 

- Relación con los docentes: confían en los docentes si éstos son honestos y respetuosos (28%)

- Alteración de la confianza: el compromiso social, la participación política y la actuación sindical no modifican la confianza en los docentes (60%), al igual que la opinión de los alumnos

- Pérdida de la confianza: se daña el vínculo de confianza si los docentes enseñan con malos modos (97%) y si mienten o agraden a ellos o a sus hijos (99.5%), al igual que la opinión de los alumnos

- Efectos negativos: si no confían en los docentes los padres se desilusionan (23%)

- Efectos positivos: si confían en los docentes los padres manifiestan tranquilidad al sentir que sus hijos reciben una buena educación (33.5%)

- Trascendencia de confiar: el vínculo de confianza con el docente repercute en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en el clima dentro del aula (90.5%), al igual que la opinión de los alumnos

Opinión de los docentes

- Lazo de confianza: confían en una persona si es honesta y respetuosa (60.5%), al igual que la opinión de los alumnos y los padres

- Influencia: si una persona es respetuosa los docentes confían mucho (87.5%), al igual que la opinión de los padres

- Relación más próxima: confían más en sus amigos (87%) y su pareja (75%) que en sus alumnos (53%)

- Representaciones sociales: confían principalmente en los Derechos Humanos (54%), al igual que la opinión de los alumnos y los padres

- Presupuestos de confianza (alumnos): consideran que sus alumnos confían en ellos si como docentes son honestos y respetuosos (36.5%). 

- Relación con los alumnos: confían en sus alumnos si éstos también son honestos y respetuosos (41%)

- Presupuestos de confianza (padres): consideran que los padres confían en ellos si como docentes son honestos y respetuosos (26%), atributo también destacado por los padres hacia los docentes

- Presupuestos de confianza (otros docentes): consideran que otros docentes confían en ellos si como docentes son responsables (32%). 

- Relación con otros docentes: confían en otros docentes si éstos son honestos y respetuosos (38%)

- Alteración de la confianza: el compromiso social, la participación política y la actuación sindical no modifican la confianza en otros docentes (67%)

- Pérdida de la confianza: se daña el vínculo de confianza hacia otros docentes si éstos enseñan con malos modos (97%) y si mienten o agraden a los alumnos (99%). Se daña el vínculo de confianza hacia los alumnos si éstos últimos mienten o agraden a los docentes (92.5%).

- Efectos negativos: si los docentes no confían en otros docentes se desilusionan (31%). Si los docentes no confían en los alumnos también se desilusionan (37%)

- Efectos positivos: si los docentes confían en otros docentes tienen ganas de trabajar y de participar en las actividades de la escuela (37%). Si confían en los alumnos también tienen ganas de trabajar y se sienten respetados (39%)

- Trascendencia de confiar: el vínculo de confianza con otros docentes y con los alumnos repercute en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en el clima dentro del aula (86%), al igual que los alumnos y los padres.

Relevamiento y organización de la información

La información se relevó y organizó en cuatro dimensiones de análisis. 

1 Los atributos para confiar según los alumnos, los padres y los docentes: ¿qué despierta la confianza? 

Indaga sobre los atributos que una persona debería tener para que se confíe en ella. Luego se preguntó cuanto se confía en amigos, compañeros, familiares y cuanto en lo que se denominó como “intangibles” (democracia, derechos humanos, justicia y otros). Por último, se analizaron las características que docentes, padres y alumnos valoran para confiar entre ellos. 

2 La confianza en los docentes: ¿en qué docentes confío y en cuáles no? 

Analiza las características que los docentes deberían tener para que se confíe en ellos; los aspectos positivos de construir este vínculo de confianza; las razones por las cuáles puede perderse esta confianza; y qué impactos genera esta pérdida. 

3 La confianza del docente en sus alumnos: ¿en qué alumnos confío y en cuáles no? Recupera la lógica anterior pero sobre los alumnos. 

4 Mitos y realidades sobre los vínculos de confianza. 

Testea frases sobre los vínculos de confianza en el proceso de enseñanza-aprendizaje, buscando el acuerdo o desacuerdo tanto de alumnos, docentes como de padres.

Conclusiones generales

1 La honestidad y el respeto son las características principales por las cuales alumnos, padres y docentes confían en otra persona. Los adultos le otorgan una mayor valoración a este atributo que los adolescentes (60% padres, 60.5% docentes y 38% alumnos). 

2 La relación entre padres e hijos es la que despierta el mayor nivel de confianza (84% padres y 93% alumnos). La relación entre docentes y alumnos registra menores porcentajes de confianza. Mientras que el 53% de los docentes dijo confiar mucho en sus alumnos, sólo el 18% de éstos señaló confiar mucho o bastante en sus profesores. 

3 Los alumnos, padres y docentes confían más en los “vínculos interpersonales” (relación entre los alumnos, los padres y los docentes) que en los llamados “intangibles” (siendo los derechos humanos el que mayor porcentaje obtuvo frente a la justicia o los dirigentes políticos, entre otros).

4 El compromiso social del docente (participar en actividades comunitarias dentro o fuera de la escuela) no influye significativamente para establecer o perder un vínculo de confianza hacia ellos (64% de los encuestados no modifica su nivel de confianza frente al compromiso social de los docentes).

5 La relación de confianza entre alumnos, padres y docentes se basa en la honestidad y el respeto. 

6 La confianza en los docentes se pierde si éstos enseñan con malos modos, si agraden y mienten. Asimismo, la confianza de los docentes hacia sus alumnos también se pierde si agraden y mienten a sus profesores.

7 La pérdida de confianza en los docentes impacta para los adultos, en primer lugar, en la esfera emocional: se desilusionan. El segundo efecto para ellos y el primero para los adolescentes es la debilidad del compromiso con la institución escolar: falta de ganas de los padres de asistir a las reuniones del colegio, de los docentes de asistir a su trabajo y de los alumnos de asistir y participar en clase. 

8 El principal efecto positivo de confiar en los docentes y en los alumnos es el fortalecimiento del compromiso con las actividades de la escuela.

9 Los alumnos, los padres y los docentes coinciden en que los vínculos de confianza “ayudan al proceso de enseñanza-aprendizaje” (83%) y a “mejorar el clima educativo” en general (82%). 

Ficha técnica

Esta medición se realizó entre el 12 de junio y el 7 de julio de 2006. Consistió en un relevamiento de 312 casos en 68 escuelas medias de la Ciudad de Buenos Aires (33 públicas y 35 privadas). El trabajo de campo que, de acuerdo a los criterios estadísticos clasifica a la muestra como no representativa, encuestó a 104 alumnos, 104 padres, 104 docentes (segmentados a su vez por: tipo de escuela —pública, privada laica y privada confesional— y lugar de residencia —cordones norte, centro y sur).

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Confianza y Creación de Valor

Claudio Muruzábal, CEO de Neoris, analizó el factor confianza desde el punto de vista de una micro–empresa, organización o familia, y no tanto en lo que se refiere a su impacto en la sociedad en general. En esta página transcribimos sus palabras.

En esta presentación analizaremos el factor confianza desde un punto de vista micro–empresa, organización, familia, y no tanto en lo que se refiere a su impacto en la sociedad en general, que ha estado muy bien cubierto por los otros panelistas.

Veamos cómo opera el factor confianza teniendo en cuenta el funcionamiento interno de una empresa y cómo impacta este factor a nivel de las interrelaciones que existen entre las personas que participan de una organización compleja.

En organizaciones con objetivos económicos, la confianza en definitiva genera valor que se expresa en términos económicos. No sólo hablamos de beneficios para la empresa y sus integrantes, sino del efecto dinamizador dentro la sociedad a la cual pertenece.

Me parece un buen punto de partida reflexionar sobre la definición más elemental de confianza, partiendo de lo que enuncia el diccionario de lengua española de Espasa Calpe SA en su edición del 2005. Define confianza como la esperanza firme o seguridad que se tiene en que una persona va a actuar o una cosa va a funcionar como se desea. Agrega, seguridad en uno mismo o en las propias cualidades, ánimo, decisión o valor para obrar, familiaridad en el trato. Aquí hay tres conceptos para construir el modelo psicológico que ocurre dentro de una organización y que caracterizan el factor dinamizador de la confianza.

El primero es el concepto de la esperanza firme o seguridad que se tiene en que una persona va a actuar o una cosa va a funcionar como se desea, y parte de la seguridad de uno mismo o en las propias cualidades, ya que es imposible tener esperanza en lo que va a hacer el otro si no comienzo por tener confianza en mí mismo. Y luego hay un factor de familiaridad en el trato, que es importante en la construcción de este modelo.

Está claro que ha habido un abuso muy importante alrededor del concepto de la confianza. Hubo abuso en el término y en el uso; sólo haciendo una búsqueda en Google aparecen casi 23 millones de respuestas sobre lugares donde se habla del tema. Además, en la actualidad, hay 154 libros en venta y 27 CDs que tienen en su título el tema de la confianza. Recurro a esto por que creo que la definición de este concepto debe ser utilizada en el medio y la medida adecuada.

Regresemos entonces a la confianza como la esperanza firme y la familiaridad. Si queremos esperanza firme y familiaridad tenemos que partir en tener confianza en nosotros mismos.

Enfocándonos una vez más en el ámbito empresario, veo que me va a costar mucho poder interrelacionarme con mi prójimo, con aquel con el que tengo que trabajar todos los días, si no empiezo por tener en claro quién soy, cómo actúo, cuáles son mis capacidades y cuál es mi aporte a la organización y a mis pares. De ahí parte cualquier intento de construcción de confianza en cualquier organización compleja, sea empresaria o no.

Decimos entonces que la confianza nace desde dentro de nosotros. “La confianza es el convencimiento que alcanzamos sobre nuestras capacidades y cualidades. Se asienta en nosotros a medida que constatamos nuestra aptitud en las tareas que realizamos y al tiempo que logramos la habilidad para mantener relaciones de calidad con los demás. Es, por tanto, un sentimiento que se genera en nuestro interior y de cuyo desarrollo somos responsables. Para poder sentir que los otros creen en nosotros hemos de ser nosotros los primeros en sabernos válidos. Es imposible creer que los demás confían en nosotros si nosotros mismos no lo hacemos, pues la confianza nunca viene dada de fuera.”

En función de esto podemos construir un círculo virtuoso de la confianza, que parte del convencimiento de mis propias capacidades: Sé quién soy, sé qué valgo, sé qué aporto, y partir de ahí soy conciente de la confianza que los otros tienen en mí y en lo que genero; tengo total convencimiento de mí mismo y de lo que soy capaz de hacer. Y con esa seguridad y fortaleza genuina tengo la libertad de poder confiar en otros y en la medida que genere esa confianza, me voy a sentir más fuerte, voy a tener mayor convencimiento de mí mismo y el círculo virtuoso comienza a funcionar una vez más.

Se pueden distinguir tres niveles de manifestación de confianza: el institucional, que es el funcionamiento de las instituciones en que participamos; el de la gestión, que tiene que ver con cómo los gestores de la organización operan; y el de la interrelación, que tiene que ver con la confianza en el comportamiento específico de las personas involucradas, que es el más sutil y el más difícil de administrar.

Estos tres niveles de manifestación de confianza se presentan tanto a nivel empresario, a nivel gubernamental como a nivel social y familiar. Es imposible que una organización funcione adecuadamente si no hay una armonía y una correlación en el comportamiento a lo largo de los distintos ámbitos mencionados. Esto implica que se debe generar un nivel aceptable de confianza a nivel institucional, emanado de las comunicaciones formales de la organización combinado con una verificación de la confianza en función de la gestión que realizan los distintos gestores dentro de la misma. Finalmente se debe generar confianza en las interrelaciones entre personas en el día a día de la vida de la organización.

Con relación al ámbito empresarial y a la necesidad que tienen los dirigentes de actuar como gestores responsables, es de aplicación el contrato psicológico de Argyris, que, de alguna manera, asumía que la empresa es un ente monolítico, dador de valor y de protección y planteaba un compromiso mandatario entre el empleado y la empresa. Ese compromiso no se discutía, estaba claro en la mente de los empleados, y generaba como resultado una relación de afinidad con la empresa, que derivaba en aquello que muchos de nosotros vivimos que era el empleo de por vida. Este contrato, por diversas razones, algunas válidas y otras no tanto, se ha deteriorado o casi ha desaparecido en las últimas dos décadas. Esta es una realidad no sólo en Argentina sino en el mundo.

Hoy hay un contrato emergente, donde más allá de la relación de reciprocidad empresa-empleado, nace una relación de pares entre los empleados y aquellos que son dadores de empleo y donde, más allá de las relaciones a nivel institucional, opera una relación a nivel de confianza, entre aquellos que tienen la responsabilidad del liderazgo, aquellos que operan el día a día y aquellos encargados de la creación del valor dentro la cadena que se genera en la empresa. Por eso vemos que cuando un líder se mueve de una organización a otra es muy común que una cantidad de gente lo siga, porque la afinidad está con la persona y no con la empresa, y el desafío que tienen quienes ejercen el liderazgo de una empresa es encontrar una correlación entre el liderazgo personal que se plantea entre esa persona y la gente que trabaja con ella y el liderazgo institucional que pretende generarse dentro de la empresa para la creación de valor.

Partiendo de este contrato psicológico, se crea esa relación tan especial entre el líder y su equipo, que es el punto de partida para la creación de confianza y para la creación de valor a través de la confianza. Para eso se necesita un líder que hace lo que es correcto, que tiene que tomar decisiones difíciles y que se espera que no sea como el de aquella definición que dio Norberto con el ejemplo del anterior CEO de GE, Jack Welch, que solía poner énfasis en las reducciones de empleo año tras año.

Aquí de lo que se trata es de la creación de empleo y no de su reducción. La primer responsabilidad que tenemos como lideres es la creación de valor a través de la creación de empleo, por ende en esa responsabilidad que tiene el líder de hacer lo correcto es evidente que el factor de confianza juega un rol predominante y lo diferencia de lo que hoy conocemos como el gerente, que se compromete solamente a hacer correctamente las cosas que se le piden y que no necesariamente alinea una organización detrás de una visión de una manera práctica para poder conseguir resultados.

Este fenómeno es clave en el ambiente de cambio constante que viven las organizaciones actualmente. En todo momento, el líder está actuando como agente de cambio, y como tal necesita aun más de la alineación, de la confianza, de la búsqueda de compromiso, y para lograrlo debe establecer los mecanismos que le permitan crear una relación con su grupo gerencial y con toda la organización, que vaya más allá de la relación a nivel institucional, y sea una relación a nivel de personas.

Lo que hay que dejar en claro es que no alcanzan los niveles institucionales y de gestión para la generación de la confianza, es necesario que se manifieste en la interrelación de las personas. No alcanza con lo que mi jefe opine de mí o con lo que dice el manual de políticas, lo que necesito es confiar en la gente con la que trabajo y que la gente confíe en mí. Si ese mecanismo no funciona no va a funcionar la empresa en el largo plazo. Pero si podemos lograr que esta realidad ocurra de manera tangible, no sólo a nivel del CEO o Director General, a nivel del cuerpo de dirección, sino a niveles operativos y alejados dentro de una organización compleja, habremos logrado mucho.

Todo esto es importante, más allá de su contenido psicológico o de la relevancia en la cultura organizacional, porque en definitiva impacta la efectividad de la organización: nos entendemos mejor y por ende discutimos menos. A veces no es necesario hablar, está claro lo que hay que hacer. Así las cosas ocurren más rápido, somos más eficientes, y por lo tanto generamos mayor valor. En resumen, a mayor confianza colectiva, mayor productividad, y con mayor productividad, creamos más valor. Entonces, hay claramente una correlación entre el nivel de confianza y el de efectividad y eficiencia que logramos en las organizaciones, sean comerciales o no.

La confianza per se, no va solucionar los problemas y desafíos que se presentan en el mundo de los negocios, pero si hacemos las cosas bien en el resto de las actividades, seguramente se potenciarán los resultados. Para esto también es necesario que nuestros representantes democráticos hagan lo que tienen que hacer para que el ambiente macroeconómico confluya para la creación de valor y confianza, y nos permita a nosotros, como agentes económicos, lograr mejores resultados.

Como reflexión final, me gustaría recordar que no debe de olvidarse el ámbito familiar. Podemos hablar de confianza empresaria o de la confianza que tienen nuestros gobernantes o que éstos generan en la comunidad de negocios a nivel internacional. Podemos hablar de la confianza que tenemos en las ONGs y en el tercer sector. Pero nada funcionaría si no empezamos por nosotros y por lo que pasa en nuestra propia célula, que es la familia, y cómo generamos la confianza a ese nivel, que nos va a dar el ejercicio y la rutina que nos permitirá crecer y operar en un ambiente de compromiso y confianza a nivel de organizaciones más sofisticadas.

La confianza va a estar ausente en los ámbitos gubernamentales y empresariales si no hemos logrado cultivarla en forma consistente en el ámbito de la familia y otros ámbitos sociales.

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CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA