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Inclusión Social

Director General Esade Business School, Campus Buenos Aires.

La prevención de la exclusión social se funda en la distribución de oportunidades, que posibilita una distribución efectiva de esfuerzos; esto  implica el ejercicio de una responsabilidad social estructural.

La evolución económica de Argentina ha tenido dos rasgos importantes: períodos de rápida expansión seguidos de abruptas caídas y una baja tasa media de crecimiento a largo plazo. Ambos aspectos han impactado profundamente sobre la estructura social, generando procesos de exclusión y poniendo a vastos sectores ante el riesgo permanente de retroceso en la escala socioeconómica. Esta ha sido la consecuencia extrema, en un contexto en el que el producto interno por habitante se ha ido rezagando en relación con los países de mejor performance, mientras que la desigualdad en la distribución del ingreso ha sido un rasgo permanente.

El tema que nos ocupa en esta oportunidad se refiere al aspecto más lamentable de esta evolución: la exclusión social. La exclusión social significa “quedar afuera”, privado de la posibilidad de participar en la construcción de una sociedad mejor y de disfrutar de los beneficios que la misma puede proporcionar a sus protagonistas.

Una responsabilidad esencial de las sociedades es la de evitar que sus procesos económicos generen esta consecuencia tan lamentable, lo que implica introducir mecanismos para prevenir su aparición y aplicar correctivos apropiados cuando la misma se verifica.

Por lo tanto, es pertinente interrogarse acerca de qué se entiende por “estar incluido”, ya que sin esta claridad conceptual la prevención y la corrección de la exclusión social no podrían ser eficientemente asumidas. En este sentido, diremos que “estar incluido” abarca tres perspectivas: la económica, la política y la ético moral.

Comenzaremos por lo que significa “estar incluido” desde la perspectiva económica. Una aclaración fundamental es que para estar incluido desde esta perspectiva no basta con disponer de la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas: importa la forma en que la sociedad asegura a todos sus miembros esta posibilidad. Es decir, para estar incluido no es suficiente con recibir una cifra determinada por unidad de tiempo, independientemente de la presencia de una contrapartida productiva que la respalde. Una inclusión efectiva desde lo económico implica que cada persona pueda satisfacer sus necesidades, es decir participar en la distribución de los bienes y servicios que se elaboran, pero como consecuencia y como contrapartida de su aporte a la elaboración de dicho conjunto de bienes y servicios. Esta doble condición significa que estar incluido implica poder ejercer el derecho de consumir pero también disponer de la oportunidad para cumplir con la obligación de producir, es decir el ejercicio de un doble rol: el de consumidor y el de productor.

En otros términos, el empleo de los ingresos debe ser una contrapartida y una consecuencia del esfuerzo productivo para la obtención de los mismos. Finalmente, el bienestar individual –desde la perspectiva económica- es el resultado simultáneo de la presencia de ambos elementos.

En segundo término, veamos qué significa “estar incluido” desde la perspectiva política.  Así como para estar incluido desde la perspectiva económica no es suficiente con recibir un cierto ingreso, tampoco es suficiente el sólo hecho de poder votar para estar incluido desde la perspectiva política. Esta segunda inclusión implica, por un lado, el ejercicio efectivo de la libertad de participar y de elegir y, por el otro, el ejercicio efectivo de la libertad de participar y de ser elegido. Es indudable que el ejercicio de ambas libertades implicadas por la inclusión desde la perspectiva política, solamente puede manifestarse plena y satisfactoriamente si la inclusión desde la perspectiva económica la hace posible.

En tercer término, veamos qué significa “estar incluido” desde la perspectiva ético moral. Implica el reconocimiento como persona que tiene y ejerce libremente sus derechos, así como el reconocimiento como persona que tiene y cumple con sus obligaciones. Presupone la inclusión desde la perspectiva económica y la inclusión desde la perspectiva política, y es la máxima expresión del significado de la inclusión social.

Resulta evidente entonces que la inclusión desde la perspectiva económica es una condición necesaria para la inclusión desde la perspectiva política y que ambas son condición necesaria para la inclusión desde la perspectiva ético moral. Por lo tanto es imprescindible clarificar cuáles son los reaseguros básicos de la inclusión social, tanto en su faz preventiva como en su plano correctivo. Estos reaseguros tienen que ver con la calidad de la responsabilidad social vigente y con la calidad de la lógica distributiva, de los que depende la posibilidad de garantizar una efectiva inclusión desde la perspectiva económica. La prevención de la exclusión social se funda en la distribución de oportunidades, que posibilita una distribución efectiva de esfuerzos; esto  implica el ejercicio de una responsabilidad social estructural.  Enfrentar la  exclusión social a posteriori se funda en mecanismos de solidaridad social correctiva, lo que implica actuar sobre la distribución del ingreso y de la riqueza, como paliativos por la ausencia de una adecuada distribución de oportunidades y de esfuerzos.

En conclusión, la solidaridad social estructural -y su impacto sobre la distribución de oportunidades y de esfuerzos- es el núcleo del mecanismo que posibilita la inclusión social.